Doña
Mimí en su profesión de fe: vistiendo a la Virgen de las Nieves |
Si alguien conoce íntimamente a la Virgen de las Nieves de
Irupana es doña Miriam “Mimí” Belmonte. Hace 60 años que ellas se encuentran al
comenzar agosto. La patrona de Irupana la espera con el atuendo que vistió
durante todo el año y ella llega con todos sus implementos para desvestirla,
limpiarla y ponerle un manto nuevo para que lo estrene en la víspera de su
cumpleaños.
Doña Mimí comenzó vistiendo al Niño que la Virgen de las
Nieves lleva entre sus manos. Eran las épocas en que su mamá Rosa, junto a su
hermana mayor, Nilda, y la señorita Soraida Alcázar, engalanaban con sus
mejores mantos a la imagen para la fiesta del 5 de agosto.
Tras la muerte de su señora madre, entró al grupo de mujeres
que se reunían cada primero de agosto en el templo de Irupana para cumplir con
el rito. Tenía entonces 17 años. Luego fallecieron su hermana mayor y la
señorita Alcázar. Pero ya para entonces conocía la imagen de memoria y se sabía
todos los trucos para que el manto de la virgen quede impecable.
Añora los años en que el cambio de ropa era toda una
ceremonia de la población en su conjunto. Las campanas repicaban el primero de
agosto para anunciar que la imagen estaba siendo bajada del altar y que se iba
a proceder a la renovación del atuendo. El proceso duraba hasta el tres de
agosto, pues, el colocado de las joyas era bastante demoroso.
La virgen tenía cuantioso patrimonio: collares con perlas
–entre ellos un hermoso corazón-, anillos antiguos y aretes con perlas grandes,
todo trabajado en oro. Al vestirla, había que asegurar cada una de las joyas a
la ropa para que éstas no se caigan durante la procesión. Durante el año, las
reliquias estaban celosamente guardadas en un cofre bajo tres llaves: una la
tenía el párroco, otra una autoridad parroquial y la tercera una autoridad
municipal. Ellos se reunían, abrían el joyero y lo entregaban bajo inventario.
Doña Mimí desconoce el paradero de ese patrimonio. Sólo
queda el antiguo bastón que la virgen lleva en sus manos, que no es de oro, y
la media luna de plata que está a sus pies, el resto de sus joyas son de
fantasía. “Un año, el padre Carlos dijo que se ha robado la llave (del cofre) y
desde entonces no sé nada”, comentó.
En el pasado, Irupana
celebraba la festividad de la Virgen de las Nieves desde varias semanas antes
del 5 de agosto. Las primeras novenas eran rezadas desde el 7 de julio y se
cerraban el 16, en la fiesta del Carmen. Ese día, la imagen era trasladada a
casa del alférez –lo que hoy llamamos preste-, donde se comenzaba otra tanda de
oraciones que se prolongaba hasta el 25 de julio. En esa ocasión, una
representación del Tata Santiago salía del templo y recogía a la imagen de la
patrona de Irupana para devolverla al templo, donde comenzaban las novenas
finales que concluían el 4 de agosto.
No se conoce la edad exacta de la imagen de Virgen de las
Nieves. Con seguridad, viene desde la época de la colonia. Doña Mimí asegura
que, desde que la conoció, su cuerpo se encontraba siempre en muy buen estado.
Es cierto que tenía algunos problemas en uno de los brazos, el cual fue
arreglado por un restaurador que fue contratado, hace algunos años, gracias al
aporte de la familia Nahín, que reside en Estados Unidos. En otra ocasión, uno
de los explosivos que se utilizan como fuegos artificiales impactaron en su
rostro, lo cual le provocó un pequeño rasguño. El mismo también fue reparado.
En el pasado, la señora Belmonte ayudaba también a arreglar
el altar de flores que rodea a la imagen de la virgen. Esa fue una labor
heredada de su tía, la señorita Ana Rivera, otrora una de las cuidadoras más
celosas de todo el patrimonio que tenía la parroquia de Irupana. En los últimos
años, otras señoras residentes en la ciudad de La Paz se ocupan de esa tarea.
Pero todo apunta a que la estrecha relación entre la familia
Belmonte y la Virgen de las Nieves terminará con doña Mimí. Si bien cuenta con
el apoyo de su esposo Augusto y de sus hijos Jorge y Rosa, quienes la acompañan
en esta su profesión de fe, es difícil que ellos se hagan cargo de la misión de
vestir cada año a la principal imagen del templo de Irupana. “Felizmente, me
acompaña en esta tarea, desde hace 10 años, Maritza Pacheco, ella no sólo sabe
vestirla a la Virgen, hasta confecciona su manto”, dice contenta.
La señora Belmonte de Sánchez habla de la “Mamita de las
Nieves” con el cariño que se habla de una progenitora. Cada vez que ella le
hace sueños, doña Mimí sabe que le va a pasar algo malo y se prepara para
recibir la mala noticia. Es que la patrona de Irupana ya es parte de su
familia, lo fue desde siempre…