La vieja hacienda de Choropata, hoy en ruinas... |
De la noche a la mañana, los campesinos de Irupana se
enteraron que tenían una federación especial. Normalmente, las organizaciones
sindicales nacen de abajo para arriba, pero esos no eran tiempos normales. La
entidad que agrupa a los agricultores de nuestro municipio nació en algún
escritorio de la ciudad de La Paz y hasta vino con su dirigente nombrado. Eran
las épocas del “Pacto Militar Campesino”. “Ha llegado con sus pies”, resume
bien don Manuel Gutiérrez, un viejo líder del sector Santa Ana.
Hasta entonces, Irupana era una central de la Federación
Provincial de Campesinos de Sud Yungas, con sede en Chulumani, y tenía como
líder a Satuco Heredia. No se sabe si con su aquiescencia, Corsino Ferrufino
tramitó la creación de la nueva organización y llegó a Irupana con la novedad
de que él era el nuevo dirigente. Era el año 1968.
“Como hablaba bien, lo hemos recibido”, recuerda Gutiérrez.
Al fin y al cabo, la provincia era muy extensa y los dirigentes provinciales no
tenían todo el tiempo para atender las necesidades de los agricultores del
municipio. Finalmente, la dictadura militar vigente –con coraza democrática-
tampoco dejaba demasiados espacios para generar un proceso que parta desde las
bases.
Así funcionó hasta 1978, cuando el Pacto Militar Campesino
entró en decadencia al mismo tiempo en que caía la dictadura de Hugo Banzer.
Las organizaciones campesinas del país comenzaron a alzar vuelo propio y a
acercarse a los obreros, en un proceso que concluyó con la creación de la
Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, liderada
por Genaro Flores.
En Irupana, el detonante fue un supuesto intento del eterno
dirigente Ferrufino de expropiar la actual sede de la federación Especial de
Campesinos. Los dirigentes Julio Maz, Juan Aguilar, Pedro Aliaga y Manuel
Gutiérrez decidieron entonces tomar el local para evitar su venta y cuestionar
a la dirigencia que había permanecido inamovible durante la última década.
Los afectados no se dieron por vencidos. En su intento por
recuperar la sede de la organización, demandaron a los cuatro dirigentes ante
el Tribunal de Justicia. Una comisión de ese poder del Estado los detuvo de
madrugada en sus respectivos domicilios. Enterados del hecho, los campesinos de
los alrededores se reunieron en Irupana y no permitieron que los trasladen
hasta Chulumani, como era la intención de los agentes. “Si los llevan a ellos,
nos llevan a todos”, dijo un joven agricultor, recibiendo el apoyo de todos los
presentes. Se fueron con las manos vacías.
En otra ocasión, les avisaron desde la ciudad de La Paz que
estaba entrando una nueva comisión para detenerlos. Tuvieron que internarse en
el monte durante dos semanas para burlar a sus captores. Aprovechando los
resquicios democráticos que dejaba la dictadura en su caída se presentaron en
la ciudad de La Paz ante las autoridades judiciales, las que les impusieron una
garantía de 8.000 pesos bolivianos.
“Tuvimos que pagar a dos mil pesos cada uno, gracias a esa
movilización hemos conservado la sede que tenemos hasta ahora”, subrayó Manuel
Gutiérrez, preocupado por un posible traslado de la federación a otros
ambientes.
En marzo de 1978 se desarrolló en el cine Variedades, de La
Paz, el Congreso de la todavía Confederación Nacional de Trabajadores
Campesinos de Bolivia, con la participación de las federaciones departamentales
y especiales. Pero fue en junio de 1979 que, con el apoyo de la Central Obrera
Boliviana, se desarrolló el congreso del que nació la Confederación Sindical
Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, encabezada por Genaro Flores
Santos.
Fue en uno de esos congresos que fueron expulsados los
coordinadores en Irupana del Pacto Militar Campesino. Por el contrario, fue
bien recibida la delegación de quienes habían intervenido la sede de la
Federación Especial y desconocían a Corsino Ferrufino, rememora Gutiérrez.
A su retorno de la reunión sindical Llegaron como héroes en
Irupana, convocando de inmediato a una reunión en la comunidad de Siquiljara.
Allí fue electo un Comité Ad-hoc, encabezado por Guillermo Limachi, con el
encargo de convocar a un Congreso Ordinario en el plazo de 90 días. La nueva
organización consiguió reemplazar al alcalde y legalizar la propiedad del local
sindical.
El congreso realizado en la comunidad de Chica Choropata
eligió por primera vez a su Comité Ejecutivo, el cual fue encabezado por Julio
Máz, de Santa Ana, y Froilán Ayllón, de Chicaloma. La Federación promovida por
el Pacto Militar Campesino daba paso a la Federación Especial Única de
Trabajadores Campesinos de Irupana. La nueva organización comenzaba a andar con
los pies de la gente…
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