jueves, 1 de abril de 2021

Edgar Pabón, la vida entera por una carretera asfaltada

Si hay algún yungueño que ha gastado su vida por el asfaltado de la carretera entre Unduavi y Chulumani es el irupaneño Edgar Pabón Mostajo. Aún cumplía funciones laborales privadas cuando comenzó su apostolado por la vía, pero desde que está jubilado se ha dedicado a tiempo completo a su cruzada personal por ver terminada la obra.

Pese a que desde joven reside en la ciudad de La Paz, Pabón jamás se alejó de la tierra que le vio nacer. Siempre estuvo vinculado a la Fraternidad de Residentes de Irupana, luego a la Liga Interyungueña de Fútbol y, finalmente, al Comité Cívico Interyungueño.

Luego de terminar la Primaria en Irupana salió a la Sede de Gobierno para concluir la Secundaria. Gracias a su habilidad para el fútbol, trabajó dos años en el centro minero de La Chojlla, lugar al que representó en el Campeonato Nacional Minero. Pero su buen trato con la pelota prometía más: Jugó en el Northem, el Ingavi y el Ferroviario. Sin embargo, eran épocas en que no se podía vivir de la práctica de este deporte. Encontró empleo en la Fábrica Nacional de Vidrio Plano, con cuyo equipo disputó el Campeonato Fabril de La Paz.

Durante más de 14 años fue Jefe de Personal y Ceremonial del Palacio de Gobierno, para luego pasar a la Jefatura de Recursos Humanos y Relaciones Públicas de la Gundlach, la principal representante en Bolivia de varias marcas estadounidenses de vehículos.

En 1968, un grupo de residentes de poblaciones yungueñas se reunió en La Paz, con el objetivo de crear la Liga Interyungueña de Fútbol. Es así que se organizaron los torneos de este deporte, de los que Irupana fue campeón durante tres años consecutivos. La región ya era el principal semillero del fútbol paceño y el torneo había ayudado a que muchos futbolistas de la región se integren a equipos de la Asociación de Fútbol de La Paz.

Como fruto de esa organización, en 1992 surge el Comité Cívico Interyungueño, del que Pabón es elegido su primer presidente. La experiencia de organizaciones similares de Santa Cruz, Beni y Tarija alentaba a los residentes yungueños a tratar de aprovechar la fuerza del movimiento para lograr atención a la región.

El principal desafío del naciente Comité no sería otro que el asfaltado de la carretera, una verdadera utopía para la época, en la que el único que creía firmemente era precisamente Edgar Pabón. El gobierno de Jaime Paz Zamora declaró la obra de Prioridad Nacional, pero jamás obedeció la nueva norma. Sin embargo, la ley era el paraguas que necesitaban los dirigentes yungueños para exigir la construcción de la nueva vía.

La exigencia fue tal, que la Prefectura, durante la primera presidencia de Sánchez de Lozada, tuvo que licitar la elaboración del estudio a diseño final de la obra. Una empresa peruana se adjudicó la tarea, pero tardó siete años en entregar el estudio con un avance del 70 por ciento. El famoso estudio fue concluido recién el año 2010, tiempo en el que Edgar Pabón y los dirigentes del Comité Cívico Interyungueño tuvieron que andar de oficina en oficina, todos los días.

En medio, el yerno de Hugo Banzer, Alberto “Chito” Valle, hasta se dio el gusto de entregar –como regalo en la fiesta de Chulumani- el supuesto estudio concluido. Luego de recibir los aplausos y el agradecimiento, se descubrió que no era más que papeles que nada tenían que ver con la obra.

Una vez elaborado el estudio había que tramitar la ficha ambiental, la cual también fue seguida de cerca por el cívico yungueño. Y finalmente, había que buscar financiamiento, mandaron cartas hasta a la propia Corporación Andina de Fomento (CAF) para que financie la obra.

Grande fue la sorpresa de Pabón cuando el presidente Evo Morales anunció que la vía Unduavi – Chulumani sería ejecutada con recursos del Estado. De inmediato, redactó una carta para agradecerle por la determinación.

Sin embargo, él está preocupado por la forma en que se decidió encarar el financiamiento de la obra. Se aprobó un presupuesto inicial de nueve millones de dólares, el cual no alcanzaría siquiera para 10 kilómetros de asfaltado, tomando en cuenta que el costo por kilómetro pavimentado supera el millón de dólares.

De cualquiera manera, se niega a perder la fe. A sus 78 años, él está seguro que la vida le dará la posibilidad de viajar a Chulumani por una vía completamente asfaltada para llegar en menos tiempo a su amada Irupana.

Irupana, agosto de 2013