Con el méxicano “Último Chingón” protagonizó un combate memorable. |
Rocky Aliaga es un luchador de toda la vida.
En el cuadrilátero hace lo que siempre hizo desde su niñez, cuando, apenas con
nueve años, perdió a su padre. Desde entonces tuvo que abrirse campo a codazo
limpio. Si al final, la historia de la gente no es otra cosa que una sumatoria
de ¨rounds¨ que puedes perder o ganar.
Comenzó su historia como Luis Mario Tarqui
Aliaga. Su certificado de nacimiento señala también a Irupana como su lugar de
nacimiento. A los siete días fue trasladado a la comunidad de Vila Vila, donde
sonó la campanilla para comenzar la lucha por vivir. El árbitro pareció hacerle
el conteo de tres cuando falleció su padre, en una situación misteriosa. La
familia se bajó a La Plazuela
y de ahí, a sus 11 años, tomó el camino de las alturas.
Fue en La Paz donde comenzó a amar los deportes de combate.
Era el tiempo en el que soñaba con tomarse una foto con sus ídolos, los
mexicanos Santo, Huracán Ramírez y Rayo de Jalisco. A sus 13 años, comenzó a
practicar kárate. Fue campeón paceño de lucha olímpica y luego subcampeón
nacional en su categoría.
Para entonces era un visitante habitual del
Olimpic Ring, de San Pedro, donde se presentaban los ídolos de la época: Sombra
Vengadora, Kung Fu Boliviano, Mister Atlas, El Conde, Walter ¨Tatake¨ Quisberth
y Ali Farah. Sus habilidades para los deportes de combate le facilitaron el
camino al cuadrilátero.
Es ahí donde tuvo su segundo bautizo: El Canal
televisivo RTP sacó el programa Impacto Extremo y lo invitó a ser parte de su
staff de luchadores. Pero “Luis Mario” no decía nada, había que buscar un
nombre comercial, que llame la atención del público. La película Rocky marcó
época y sonaba bien con su apellido materno. Es así que nace Rocky Aliaga.
De la época en que luchó en Bolivia, Aliaga no
puede olvidar la ocasión en que peleó frente al luchador peruano Bad Boy. El
Coliseo Cerrado estaba repleto y una
gran cantidad de personas se quedó fuera. Todos querían ver el combate, que
había sido anunciado desde semanas antes.
Pero el cuadrilátero boliviano le comenzó a
quedar chico. Se dio la posibilidad de ir a España. “España es Europa y aquí
llegan luchadores de todo el continente. Como luchador boliviano vine en busca
de nuevas oportunidades que me permitan mostrar al mundo que los bolivianos
tenemos capacidad y talento en este deporte”.
Por supuesto que no fue fácil levantar las
cuerdas de los escenarios españoles. Prácticamente, Bolivia no existe para los
grandes torneos de este deporte. Pero Rocky está acostumbrando a pelearla
siempre, desde su infancia. El luchador japonés Makoto Morimitsu, “Príncipe de
Tokio”, le ayudó a derribar los muros.
Una pelea con el luchador mexicano “Último
Chingón” es su combate más memorable en el Viejo Mundo. “Al final de la pelea,
me esperaba una multitud de fanáticos europeos que deseaban que les firme
autógrafos, sin duda, fue un día grandioso en mi carrera profesional”.
El deportista tiene en su haber varias
máscaras y cabelleras por peleas vencidas, además de medallas y reconocimientos por torneos
superados en España. Es del grupo de los técnicos y su desafío permanente es
mostrar sobre el ring que la destreza puede más que la torpeza de los rudos.
En la actualidad, Rocky reside en la ciudad de
Barcelona. Gran parte de su vida se la pasa en el gimnasio. Tiene un régimen de
vida bastante disciplinado, con el objetivo de conservar el buen estado físico.
Además de la lucha libre, ha incursionado en otros deportes de combate como el
vale todo.
El nuevo desafío que se ha impuesto es el de
combatir en los dos países más competitivos de la lucha libre: México y Estados
Unidos. Él quiere demostrar que los luchadores bolivianos también cuentan para
este deporte. Una vez logrados esos objetivos, sueña con retornar a Bolivia, y
en particular a Irupana, para justificar frente a su gente los méritos
alcanzados.
Sin embargo, ahora la vida lo ha vuelto a
poner contra las cuerdas. Sufre una lesión en una de sus extremidades inferiores.
Pero Rocky Aliaga está acostumbrado a luchar contra todo lo que se le ponga en
frente y está seguro de superarla. ¡Que pase el próximo rival!Irupana, agosto de 2011
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