martes, 21 de septiembre de 2010

Confesiones de don Lino, desde el fondo de la botella


Yo sentí que entraba en una botella. El fuerte olor a cola y barniz me trasladó a mis 12 años, cuando, “¡Presencia! ¡Presencia!”, recorría las calles de Irupana, en busca de los escasos compradores de periódicos. Uno de ellos era precisamente el "carpintero que metía en la botella". Recuerdo que debía llegar a su taller apenas arribaba el bus de Flota Yungueña y antes de que anochezca. La oscuridad aumentaba su misterio.

“El Lino quiere hablarte”. El mensaje devolvió a mi mente las interrogantes infantiles: ¿Era cierto que metía a las personas en la botella?, ¿por qué nunca se lo veía andando por las calles?, ¿cuál era la razón de su autoexilio?, ¿por qué nunca había formado una familia? Sentí a la fuerza de la curiosidad empujarme aquella noche al taller de este hombre con tantas preguntas en contra y pocas respuestas a favor.

Él estaba solo, como siempre, completamente solo. Me alcanzó una banca a medio fabricar y desempolvó el papel en el que había apuntado sus “Propuestas para mejorar la agricultura”. El primer mito que se vino abajo fue el de su soledad: un murciélago convivía con él y se puso a sobrevolar por el viejo taller, espantado por las primeras gotas de lluvia que caían sobre las antiguas calaminas de ese techo sin tumbado.

El nuevo ataúd destinado a hacerse polvo junto a los restos de su inquilino, la vieja cuja que se mueve sola creyendo eternos los otrora calientes movimientos de sus ocupantes. Un anafe por aquí, platos por allá, entre textos y libros por todos lados. No hay límites entre la vivienda y el taller de Don Lino.

SUS PRIMEROS CLAVOS

- ¿Me puede dar su nombre completo?

- ¿Es necesario?

- Si usted cree necesario…

- Es que a mí no me gusta la publicidad.

- Bueno, háblenos entonces de su vida, ¿cuántos años tiene?

- 63 años.

- ¿Desde cuándo es carpintero?

- Bueno, yo he tomado este trabajo, casi como un entretenimiento y porque a veces se gana un poquito. Además, mi padre me ha dejado una pequeña propiedadcita de renta y casi por pasatiempo empleaba el trabajo de la carpintería.

- ¿Desde cuándo tomó en serio este oficio?

- Bueno, ahora ya hace unos 30 años, sí.

- ¿Aprendió por su cuenta?

- Mi hermano era carpintero y él me ha iniciado. Además, siempre estuve en la población por los talleres, ya sea como maestro o como ayudante.

DE CALLEJERO A CARPINTERO

- Una de las cosas que llama la atención es que usted no sale de su taller. ¿Hay algún motivo para ello?

- Bueno, eso sí que no podría decirse… Sabe, ya no me interesan los paseos. Antes sí, era muy callejero, pero hoy siempre estoy más abocado en el trabajo, es mi único entretenimiento. Ahora me he dedicado únicamente a mi arte y me gusta el trabajo de mi arte.

Algunos dicen que quizá tenga yo pena, no, no tengo ninguna pena. Eso sí que estoy muy contento en mi cuarto, leyendo o escuchando la radio y no tengo pena de nada. Estoy feliz.

- ¿Hace cuánto tiempo ha dejado de ser paseandero?

-Deben ser unos 20 años.

- ¿Desde esa época usted no sale?

- Si, muy rara vez voy al campo, donde un amigo, así.

- Es decir, ¿sale de vez en cuando?

- Sí, siempre, de vez en cuando…

- Sin embargo, nadie lo ve en el pueblo…

- Bueno, la cosa es que no cuentan, muy pocas veces me ven. Por ejemplo…, no puedo decirle los nombres ahorita, porque estas personas me mantienen rivalidad. Pero siempre los veo y me ven cuando paso por sus trabajos…

- Es decir, ¿les conviene indicar que usted no sa1e?

- Sí.

EL MITO DE LA BOTELLA

- Don Lino, la gente indica que usted puede meter a quien sea en una botella…

- Es un chiste, no hay ninguna cosa de eso, no se puede meter en la botella. Sería un arte de magia y yo no creo en el arte de magia. Porque magia de salón hay, ¿no?, pero, después, magia realmente no existe, según mi ver.

Yo he leído muchos libros de magia y con distintos nombres. Hay, por ejemplo, en la Argentina la Editorial Kier, que publica cientos de libros en cuestión de magia, el espiritismo y demás cosas. Pero es pura literatura, no hay nada de verdad.

- ¿De donde salió el mito de la botella?

- Resulta que una vez el Alberto Bustillos había hecho una apuesta con un chofer. El chofer vino y me dijo: "¿Cierto metes a la botella?” Yo le dije que sí. Luego me respondió: "Eso si que no creo". Fue entonces que me he dado cuenta que él comenzaba a dudar y con más convicción le he dicho: "¿No quieres hacer la prueba?". Y él no se animó.

SE CASÓ CON LA POLÍTICA

- Y usted don Lino, ¿nunca pensó en tener una esposa e hijos?

- No, jamás, porque cuando era jovencito no quería tener porque me gustaba la política, siempre, no se por qué. Mi afecto era molestar políticamente y que me molesten también. Yo decía si es que me molestan, me toman preso, entonces mi familia sufriría, Dije entonces: prefiero estar solo.

- ¿Y ha tenido algún problema?

- Sí, muchas veces.

- ¿Qué tipo de problema?

- Bueno, siempre me buscaban para tomarme preso y yo a veces evadía. Porque siempre la autoridad venía a preguntar y mis vecinos negaban que estuve por acá. Hasta que una vez me han tomado preso, me han conducido hacia la capital, Chulumani. Pero yo me hice la defensa de acuerdo a la verdad y me largaron. Tenían que llevarme más adelante.

- ¿Pero, por qué lo tomaron preso?

- Sencillamente porque estuve haciendo una pequeña reunión, no era casi reunión política, sino era una reunión sindical. Porque yo trataba de orientar siempre a los campesinos de la cuestión de tierras. Aquella vez estaba en auge la aplicación de la Reforma Agraria y en esto había entre los campesinos unos que siempre apoyaban al patrón y querían que el patrón reciba su pago de las tierras, yo me oponía a eso. En eso, en una reunión me han tomado preso y me han conducido.

- ¿Pertenecía a algún partido político?

- Yo pertenecía al Partido Comunista de Bolivia, hace muchos años.

- ¿El Partido Comunista tenía militantes en Irupana?

- Si había, ahora ya han muerto.

- ¿Nos puede dar algunos nombres?

- Bueno, como activo era por ejemplo Juan Donaire, otro activo era Humberto

Valdez, que ha muerto en un accidente de camión.

- ¿Ha leído las obras de Carios Marx?

- Sí, he leído marxismo.

- ¿Y la Perestroika?

- La Perestroika, de Gorbachov, sí, estoy leyendo ahora.

- ¿Qué opina de los cambios en la Unión Soviética?

- Me parece un giro a la derecha.

CARPINTERO SIEMPRE, COCINERO A VECES

- Viviendo solo, ¿quién le prepara la comida?

- Yo me preparo, aunque casi no me interesa la alimentación. Sólo me preparo cuando siento hambre.

- ¿Hay días en que usted no come?

- Sí, hay días no como. Pero dice que es saludable, según los libros que he leído. Una vez estuve 15 días sin comer y trabajando. Tenía cólico y me parecía que si comía yo podía fracasar, morir, ¿no? Mejor que no coma porque así también he leído en los libros. Hay un sistema de curarse mediante el ayuno. Así que, durante 15 días, solamente consumía agua.

- ¿Usted sabe algo de medicina?

- Bueno, he tenido libros.

- ¿Ha cursado la escuela, el colegio?

-Antes no había Colegio, pero he logrado muchos cursos de Secundaria mediante cuadernos que me han regalado algunos amigos que han egresado de colegios, así que tengo avanzados por lo menos hasta casi ya Cuarto, Cuarto Medio.

Una botella se había destapado. Sí, esa botella que todos –incluido él- habíamos construido alrededor de este hombre que ha limitado su mundo a los 30 metros cuadrados de su taller. Nuestros miedos, mitos, chismes y chistes reforzaron las paredes de este frasco en el que dice vivir feliz, dedicado a su arte y sus lecturas. Nunca pensé que una pequeña grabadora podía servir también de sacacorchos...

Irupana, invierno de 1990.

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