jueves, 3 de marzo de 2011

Otra cosa era con estudiantina


Los carnavales de antaño eran musicalmente mejores que los de ahora. Tres estudiantinas completas se paseaban por las calles y plazas de Irupana, durante toda la semana de las fiestas carnavaleras.

Cada estudiantina estaba compuesta por dos concertinas, dos quenas, cuatro charangos, cinco guitarras, además de mandolinas, con alrededor de 15 integrantes. "Una orquesta de primera", recuerda Julio Pérez, quien tocaba la guitarra.

La primera de las tres orquestas pertenecía a la comparsa de los "viejos", la que, como su nombre lo indica, estaba formada por la gente adulta de la población. La de los "mediopelo" estaba integrada por los jóvenes de Irupana, mientras que los "nobles", traían su orquesta desde la población de Ocobaya, porque ellos "no sabían tocar ni la puerta", rememora sonriente don Julio.

La orquesta de los "viejos" se caracterizaba por interpretar música típica, cuecas, huayños y bailecitos. En esta orquesta se destacaba el charanguista Alejandro Pérez y los queneros Silverio Donaire y Fermín Tarifa. Julio Pérez recuerda que Tarifa "hacía culebrear a la quena", pero para integrar cualquiera de los grupos imponía una serie de condiciones: había que comprarle zapatos y camisa.

La orquesta de los "mediopelo", en cambio, se caracterizaba por interpretar tangos y valses. Además de mandolinas, concertinas y guitarras, contaban con violines. Los Moncada, Saracho y Zeballos destacaban en esta orquesta, que se preparaba con bastante anticipación para alegrar los carnavales.

La comparsa de los "nobles" estaba integrada por los Lara, Mercado y Archondo, cuya estundiantina, traída desde Ocobaya, era dirigida por Roberto Uzquiano.

Como no podía ser de otra manera, cada una de las comparsas tenía a sus respectivos bailarines. Los "nobles" tenían a las chicas adineradas del pueblo. Los "mediopelo" tenían en su comparsa a todas las jovencitas, mientras que los "viejos" eran conocidos por contar en sus filas con las señoras que vestían pollera.

Orquesta permanente

Julio Pérez recuerda que habían tantos y tan buenos músicos en Irupana que hasta se contaba con una orquesta o estudiantina permanente. Ésta estaba integrada por los esposos Kunzel, en los violines; Jesús Zeballos, concertina o bandoneón; Julio Pérez, Moncada y Luciano Zeballos, en las guitarras, y un señor Saracho tocaba la flauta.

La estudiantina participaba los domingos y en ocasiones especiales de las famosas retretas, que se realizaban en el antiguo quiosco de la plaza de Irupana.

Este grupo musical hasta se dio el gusto de darse algunas giras musicales por los Yungas. Julio Pérez relata que, con las recaudaciones de las presentaciones en Chulumani y Coroico, fue construido el local donde funcionó el kinder de la escuela Agustín Aspiazu, ahora capilla del señor del Gran Poder.

Carnavales de una semana

Los carnavales, con semejantes orquestas, se prolongaban por una semana, en la que la mayoría de los irupaneños archivaban sus actividades laborales. La comparsas tenían todo un cronograma de visitas a las casas de las familias, las que los esperaban con buena chicha, asados y humintas, elaboradas con los choclos de la época.

"Se molestaban si nos los visitábamos", recuerda Julio Pérez, al relatar que el remate de la semana de fiesta tenía como escenario a la pampa de Churiaca. El carnaval era despedido con parrilladas y luego una última vuelta de las comparsas por las calles de la población.

El ocaso del carnaval

Las estudiantinas sobrevivieron a la Guerra del Chaco, pero fueron desapareciendo, a medida que pasaban a mejor vida los integrantes de las orquestas. "No había con quien reemplazarlos", lamenta Julio Pérez, quien guarda todavía la guitarra que, si hablara, seguramente cantaría sobre ese rico pasado de Irupana.

La desaparición de los talentos musicales en Irupana coincidió con la aparición de la grabadora de cinta. Para alegrarse, ahora es más práctico adquirir un buen aparato de sonido. Los talentos murieron en Irupana y con ellos los carnavales, ricos en cultura musical.

Irupana, agosto de 1997

No hay comentarios:

Publicar un comentario