martes, 22 de marzo de 2011

Pasto Grande, nuestras raíces enchumadas




El chume y las víboras se encargaron de cuidar nuestro pasado. Ellos impidieron que la "mano civilizada" destruya la prueba mas clara de la capacidad humana para adaptarse a los caprichos de la naturaleza. Tanto los colonizadores tiwanacotas como los mitimaes incas posibilitaron la agricultura en un lugar naturalmente imposible.

Pasto Grande nos muestra la otra cara de nuestra historia, historia intencionalmente ocultada y hasta destruida. Ella se buscó refugio entre la mala hierba y las serpientes y allí estuvo desde hace más de 300 años para aparecer ahora, terminando el Siglo XX, y darnos el más claro ejemplo de lo que debería ser la agricultura yungueña.

Asentamiento tiwanacota

Grupos altiplánicos pertenecientes a la Cultura Tiwanaku -antes de la expansión incaica- fueron los primeros en llegar a la región yungueña. Los restos materiales de esta cultura que han sido encontrados durante la realización del Proyecto Pasto Grande permiten hacer esa afirmación.

En las comunidades de Chiltuhuaya, Sacapani, Agua Clara y Pasto Grande se encontraron piezas de barro y metal características de esta cultura. A estas se suman varias vasijas tiwanacotas encontradas en el altiplano que muestran entre sus figuras a la víbora cascabel, lo cual también prueba su presencia en tierras bajas.

De acuerdo a las investigaciones realizadas por el arqueólogo José Estévez, Pasto Grande debió ser ocupado en el llamado Estadio Urbano Maduro de la Cultura Tiwanaku, desarrollado entre los años 483 al 724 después de Cristo (dC).

Asentamiento y corredor Inca

El Informe del Instituto Nacional de Arqueología (INAR) lanza la probabilidad de que haya sido Topa Inca Yupanqui -Tupac Yupanqui- quien que ordenó el ingreso a los pisos yungueños de los mitimaes o colonizadores incas, pero asegura que fue Huayna Capac (1493-1527) el que consolidó la explotación planificada de la agricultura de la región.

Estos grupos de mitimaes tenían conocimientos de tecnología agrícola, conocían también los beneficios de la siembra en andenes o tacanas y el incremento de los niveles de producción con la utilización de sistemas de riego.

De acuerdo al estudio del INAR, es posible que cada uno de los ayllus del altiplano haya tenido un sector determinado de las terrazas agrícolas. En Pasto Grande existen muros que cortan las terrazas y delimitan las áreas de cultivo.

Los agricultores incaicos practicaban la rotación de suelos para evitar el empobrecimiento de la tierra. Es por ello que se constituyeron otros sistemas de andenes y terrazas en los alrededores de la fortaleza principal. Todas las cosechas de los cultivos del lugar y los alrededores debieron ser trasladadas al altiplano y hasta debieron haber llegado al Cuzco.

Cuando el conquistador español Francisco Pizarro llegó a Cajamarca, en 1532, la explotación de la tierra por parte de los grupos incaicos debió tener un desarrollo de al menos medio siglo.

A medida que se desmoronaba el Imperio Incaico, quedaban también en el abandono los asentamientos agrícolas de Pasto Grande, hasta que hace sólo 25 años la familia campesina de apellido Santos se asentó en uno de los sectores, deschumando una parte de los antiguos andenes, reparando otra parte del sistema de riegos y, de esa forma, desenterrando nuestra historia.

La historia de la historia

El bichito de la curiosidad picó al arqueólogo José Estévez Castillo, cuando el 19 de julio de 1976 se encuentra con la noticia, publicada por el periódico El Diario, que hablaba de las ruinas de un lugar llamado Pasto Grande. La nota estaba escrita por el Ing. José Gonzáles, quien encontró la fortaleza agrícola de Pasto Grande cuando dirigía una brigada de trabajadores de Cordepaz, trabajando en la apertura de la carretera Lambate – La Plazuela.

Otras notas periodísticas continuaron levantando la curiosidad profesional de Estévez, quien, finalmente, en noviembre de 1985, llega a Pasto Grande acompañado del investigador Roberto Santos y dos ayudantes. .

Luego vinieron las reuniones con las autoridades del ramo y los representantes de ADRA Bolivia. El PL 480 financió los 17 mil dólares con los que se realizó el estudio, cuyo Volumen 1 es la base del presente reportaje.

Superficies planas, en plena caída

"La única solución para los yungueños es irse de los Yungas", dijo un agrónomo, al ser preguntado sobre cómo podían mejorarse los niveles de producción agrícola de la región yungueña. Él aprendió en la universidad que para tener buena producción agrícola, se debe contar con superficies planas, tractores y, por supuesto, conocimientos, razón por la que no podía ni imaginarse que las quebradas yungueñas también eran aptas para la agricultura.

Pasto Grande tira al suelo la respuesta del profesional, es una muestra clara de que la agricultura sí es posible en la región. Alrededor de 250 hectáreas de terrenos planos en quebradas con una gradiente superior a los 40 o 50 grados. Graderíos inmensos de andenes destinados a la actividad agrícola.

Con las tacanas fabricadas a base de la loza o piedra laja, se logró que un lugar, a primera vista incultivable, se convierta en verdadera fortaleza agrícola, con elevados niveles de productividad.

Según el estudio del INAR, estos "andenes fueron construidos siguiendo las curvas de nivel". Delgadas lozas fueron colocadas, una encima de otra, rellenando los espacios con cascajo del mismo material. Dentro de los andenes se colocó también loza picada y sobre ésta, la tierra para la siembra que, en muchos casos, debió ser trasladada con un gran esfuerzo.

"Para los planificadores del período precolombino la técnica no estaba separada de la belleza y, por tanto, buscaban la perfección en los dos sentidos. El área 1 es una prueba de lo que aquí se sostiene, los andenes o tacanas se asemejan a un gigantesco y bellísimo anfiteatro, único de este tipo en nuestro territorio, sólo en Perú existe un sitio comparativamente casi similar ", relata el arqueólogo.

El informe enumera las ventajas del cultivo en terrazas:

1.- Se evita el desgaste del suelo.

2.- Favorece la penetración del agua.

3.- El agua de riego no es retenida totalmente.

4.- La humedad dura mucho más.

5.- El manto vegetal se mantiene húmedo y no se desplaza de su sitio.

6.- El rendimiento por hectárea es mayor.

Agua, los 365 días del año

Los tiempos secos no eran temidos por los agricultores de Pasto Grande, que reemplazaban el agua de la lluvia con inmensos sistemas de riego. Seis kilómetros de canales principales para el riego de las 250 hectáreas de terrazas agrícolas.

Si se toma en cuenta que los niveles de agua llegan a los 20 ó 50 centímetros de los canales, estamos hablando de una circulación de 138 millones de litros de agua sacada del Río Jucumarini y destinada a regar los cultivos del lugar.

Estos canales fueron construidos con loza delgada, que fue colocada tanto en la base como en las paredes de los lados. Encima de las lozas que se encuentran sobre el piso se echó barro, que, al ser fuertemente apretado, no permite que el agua escurra rápidamente.

Y aún hay más. Los agricultores tiwanacotas y mitimaes incas construyeron plataformas o tacanas para cada uno de los canales principales. Estas superficies, donde los canales fueron semienterrados, fueron construidas con piedra picada o grava que garantizan su seguridad.

¿Quién construyó esta fortaleza?

Tanto las terrazas agrícolas como los sistemas de riego no son el milagro del Tata

Inti, sino el producto del trabajo organizado. "No creemos, bajo ninguna circunstancia, que un grupo reducido de campesinos haya emprendido la hechura de los sistemas agrícolas", dice el arqueólogo, al asegurar que esta gigantesca obra sólo pudo llevarse a cabo con una gran planificación e intervención directa del Estado.

El estudio del INAR sostiene:

l. - La existencia de un poder político en el altiplano, con capacidad de organización y mando.

2.- La presencia de grupos humanos especializados en agricultura y con conocimientos tecnológicos de la hechura de los andenes con implementación de riegos.

3.- Planes programados y cumplidos, al pie de la letra, por grupos de colonizadores convencidos de que el esfuerzo mancomunado y colectivo los beneficiará a todos.

Coca somos

"Los cocales precolombinos se observan con claridad en los andenes inferiores de Huara, Pasto Grande y en las laderas que caen al Río La Paz", dice el informe, al asegurar que para este cultivo se utilizaron también terrazas agrícolas.

Los andenes destinados a los cultivos de coca eran más angostos que los del maíz y, según las investigaciones del antropólogo Espinoza, estos eran hechos en barrancos y laderas. Pasto Grande es una nueva prueba de cuan antiguo es el cultivo de la coca en la región yungueña.

La producción cocalera estaba también destinada a los poblados altiplánicos. “Huaco retratos” (vasos con retratos), pertenecientes a la Cultural Tiwanacu, muestran rostros con una de las mejillas abultadas. El ceramista tiwanacota muestra a través de estos retratos el evidente consumo de hojas de coca mucho antes del dominio incaico.

Pueblos de maíz

Si bien algunos historiadores sostienen que el maíz es originario de México, hay otros que indican que este grano es originario de lo que hoy se llama Bolivia, y hasta hay alguno -el historiador Cutler- que sitúa a la zona de Coroico, provincia Nor Yungas, como el lugar en el que se originó este producto.

El cultivo del maíz fue uno de los principales de Pasto Grande, según ha sido comprobado por el estudio del INAR. Arqueólogos e historiadores sostienen que los pobladores de Tiwanaku cultivaban el maíz. De acuerdo a un estudio realizado por Cárdenas, Cutler y Patiño, los agricultores incaicos cultivaron las variedades: parakai sara (maíz blanco), kellu sara (maíz ainarillo), oque sara (maíz gris), ku1lisara (maíz morado), puka sara (maíz rojo), yunkasara (maíz de yungas), pisankalla (maíz duro de reventar) y otros.

El informe de Estévez indica que "llama la atención el denominado yunkasara". Es posible que el maíz Coroico blanco y amarillo correspondan al parakai sara y al kellu sara de los Incas. Los campesinos yungueños continúan cultivando el maíz yungueño o yunkasara. Éste debió ser el maíz más cosechado de toda la región yungueña.

¿Llamas en los Yungas?

Las plataformas agrícolas y sistemas de riego estaban destinadas a lograr una gran producción que debía ser transportada hasta los diferentes poblados del altiplano. Los caballos, mulas y burros llegaron recién con los españoles. ¿Como lograron trasladar la producción agrícola hasta el altiplano?

"Hatos de llamas debieron partir de Pasto Grande, cargados de productos yungueños, como la coca y el maíz, con rumbo al altiplano, trayecto posible de recorrer en siete ó nueve días", sostiene el informe del INAR.

El arqueólogo José Estévez encontró en Pasto Grande restos de huesos de llamas jóvenes. Los estudios realizados indican que los huesos encontrados fueron partidos, porque las llamas a las que pertenecían fueron carneadas para ser consumidas.

Sin embargo se encontró en Pasto Grande cercos de corrales que debieron servir para guardar a las grandes cantidades de llamas que llegaban hasta Pasto Grande para trasladar la producción.

Los señoríos aymaras de la época Tiwanaku utilizaban recuas de llamas para interconectar varias poblaciones de la costa con el altiplano. El transporte desde y hacia los asentamientos yungueños no fue diferente.

Los caminos tiwanacotas

Tres caminos prehispánicos fueron identificados: el camino Chuñavi - Chulumani, el camino Chuñavi - Pasto Grande - Lavi y el camino Callejón Loma – Cohoni - La Paz. Según el estudio, los tres caminos fueron construidos por grupos tiwanacotas (483 al 724 dC) y luego mejorados para ser reutilizados por los colonizadores o mitimaes al mando del Estado Inca.

Muchos sectores de los tres caminos están construidos sobre plataformas o tacanas. Otros tienen tacanas sobre el camino, con el objetivo de evitar derrumbes. "Estas sendas, transitadas actualmente, tienen aún sectores empedrados y excavados en la roca”, dice el informe, al mencionar el camino Chuñavi - Chulumani. "Es posible observar claramente 100 metros de camino empedrado”, indica, al mencionar el tramo que parte de Callejón Loma.

De acuerdo al informe, existieron poblados de paso que servían para el descanso de las largas caravanas que trasladaban la producción agrícola de todo el sector. Uno de estos asentamientos se encontraba en lo que hoy se llama Chasquipampa -ciudad de La Paz-, donde existen entierros tiwanacotas, de los que se ha podido rescatar algunas muestras de cerámica.

La construcción de estos caminos demandó también de una gran cantidad de mano de obra. La planificación y la intervención directa del Estado tuvieron, nuevamente, un rol fundamental para la construcción de las sendas.

Revivir Pasto Grande

Darle nueva vida a Pasto Grande es el siguiente objetivo del arqueólogo Estevez. Él considera que la Arqueología no se debe quedar en el estudio de los vestigios, sino también en la real aplicación de sus descubrimientos.

En la actualidad, está buscando el financiamiento necesario para que grupos de campesinos deschumen Pasto Grande y reutilicen las tacanas y los sistemas de riego, construidos por nuestros predecesores.

Irupana, agosto de 1991

Fotografías: Aldo Cabrera

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