jueves, 10 de marzo de 2011

Y si los cuñuris hablaran…


Si los cuñuris de Churiaca pudieran hablar... Nos contarían de amores y desamores, fidelidades e infidelidades. Ellos son testigos de lo que pasó y pasa en esa verde cama llamada Churiaca. ¿Quién sabe?, tal vez hasta han sido testigos del momento en que hemos sido engendrados. Estos viejos árboles nos vieron nacer y crecer.

"Yo siempre los he conocido así ", dicen los viejos cuando se indaga sobre cuándo fueron plantados. Los cuñuris están ahí, viendo desde siempre las penas y alegrías que se llevan las aguas de las chorreras del Mancebao. Para el resto: los ceibos, para los irupaneños: los cuñuris.

¿Quién los plantó?

Es difícil determinar quién se encargó de plantar los árboles de la hoy Avenida Los Ceibos. Lo que sí es posible es asegurar que esta hermosa vía aparece como fruto de una decisión municipal tomada antes de 1900. Sobre quién los plantó encontramos dos posibilidades:

- Según Cancio Pacheco, fue su tío, Anatolio Pacheco, quien dirigió la plantación de estos árboles, cuando ocupaba la presidencia de la Junta Municipal de Irupana. La versión es apoyada por otros viejos de la población. El Libro Mayor de Cuentas de la Municipalidad certifica que el mencionado señor fue su presidente en 1896. De ser así, los cuñuris de Churiaca tendrían 91 años de vida.

- Angel Trillo es el portador de la otra hipótesis. Según este vecino, los cuñuris fueron plantados durante la gestión de su abuelo, Higinio Trillo. Esto habría ocurrido entre 1870 y 1880. Trillo murió cerca de 1940, a la edad de 95 años. A pesar de nuestra búsqueda, no encontramos información escrita sobre su gestión en el municipio. De ser Higinio Trillo el padre de los cuñuris de Churiaca estos árboles tendrían entre 110 y 120 años.

Las dos hopótesis están abiertas y hasta es posible que exista una tercera. Lo importante es valorar la visión de los hombres que decidieron plantar los cuñuris, creando una de las avenidas mas lindas de los Yungas. Mucho más si se toma en cuenta que, en la época en la que fueron plantados, Churiaca era un potrero de mulas y no el campo deportivo que hoy conocemos. Tampoco existían vehículos motorizados y menos la carretera hacia La Plazuela: las mulas llegaban por La Avanzada. En otras palabras, los cuñuris fueron plantados para las nuevas generaciones, para nuestros días.

Los cuñuris jóvenes

La segunda tongada de cuñuris fué plantada en 1969. Su autor: Raúl Pabón. Don Rauco –como se le conoce en la población- recuerda que durante la gestión de su tío, Carlos Pabón, desempeñó el cargo de Intendente Municipal. Al darse cuenta que los obreros de la Alcaldíá no tenían qué hacer, decidió iniciar una campaña de plantación en la cabecera de lo que hoy es el Colegio 5 de Mayo y en la parte baja de la cancha de fútbol.

Las nuevas plantas se convirtieron en el dolor de cabeza de Don Rauco, debido a que tuvo que cuidarlos cual si fueran sus hijos. "Cuidaba Churiaca como si fuera mi chacra”, recuerda, al contar que los regaba cada madrugada. Muchos de los cuñuris murieron en el intento de crecer debido a que Don Rauco se vio obligado a abandonarlos, a causa de una intervención quirúrgica.

Don Rauco muestra orgulloso el diploma de reconocimiento entregado en 1990 por la Fratenidad de Residentes de Irupana en la ciudad de La Paz e indica que está dispuesto a aportar con su experiencia en este campo, para continuar el trabajo de llenar Churiaca de cuñuris y más cuñuris.

Los wawa cuñuris

"La Avenida Los Ceibos no puede morir", dice Mario Archondo Mendieta, al justificar la plantación de nuevos cuñuris, iniciada en junio de 1990. Cuenta que, gracias a la colaboración de Moisés Bustillos -el Oso-, logró plantar 78 cuñuris, 25 pinos, cinco ó seis jacarandas y tres gomeros. "Nadie creía que era posible plantar 100 árboles en Churiaca", rememora y recuerda la sorpresa con la que los dirigentes de la Junta de Vecinos recibieron la noticia.

Para conseguir este objetivo, el dirigente vecinal tuvo que realizar gastos de su propio bolsillo, aunque también recibió la colaboración del Club Rafael Pabón, los efectivos del UMOPAR y otras personas.

La tarea de Archondo no se quedo ahí. Iluminó también la antigua avenida, gracias ala ayuda de Cordepaz, logro construir un pequeño mirador en la entrada de la avenida, además de bancas en el trayecto, gracias a la cooperación del gerente del Banco de Santa Cruz, el Programa Qhana y la Mutual de Residentes.

En este momento, son 70 los wawa cuñuris que tienen la misión de acompañar a los centenarios en el hermoso proceso de morir de pie. Estos viejos árboles mezclaron por 100 años sus anaranjadas flores con la verde pampa de Churiaca, llenando nuestros ojos de belleza. Los nuevos árboles ya han prendido. De los irupaneños depende si este bello espectáculo va a prolongarse por 100 años más.

Irupana, agosto de 1991

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