jueves, 17 de marzo de 2011

Chicha y picantes, nuestro sabroso pasado



Un "seco" parece haber borrado el pasado chichero de Irupana. 43 chicherías que funcionaban hasta 1930 convertidas ahora en una o dos botellas de chicha en la fiesta de Todos los Santos.
La cerveza alemana ganó su partido contra la chicha cochabambina. Para que ello suceda fue definitiva la apertura de la carretera Irupana - La Paz. Se volvió más fácil traer cerveza de La Paz que muco de maíz (grano molido) desde Independencia, departamento de Cochabamba. Los camiones reemplazaron a las grandes recuas de mula. La chicha fue eliminada y con ella se eliminó también el vínculo cultural entre muchos de los irupaneños con su natal Cochabamba. La chicha nos habla del pasado de Irupana: su pasado quechua.
Irupana chichera
Más de 40 chicherías funcionaban en Irupana, según la memoria de Julio Pérez. Unas más grandes que otras, algunas con hornos propios y las otras dependientes de los tambos públicos.
El tambo de los arribeños estaba ubicado donde actualmente se construye el Hotel Azeñas y era propiedad de María Ballón, mientras que el tambo de los abajeños era propiedad de Petrona Cano y funcionaba en la casa de la familia Guzmán, frente al Mercado Municipal. Grandes y gruesos peroles eran manejados por los operarios, especialistas en encontrar el punto de cocción del muco de maíz.
Estos dos tambos eran utilizados por la mayoría de las chicheras de Irupana, que compraban el muco del centro de distribución de la familia Molina y contrataban los servicios de los tambos para la fabricación de la bebida.
Eran escasas las chicherías que tenían peroles propios y fabricaban la chicha por su cuenta. Entre estas se destacan las de Darío Mercado, Paulina Otazo y Felicidad de Arteaga. Existían también las chicheras ambulantes o sin un local propio, entre las que se recuerdan a Liberata de Reguerín y Benjamina Rojas de Pacheco.
La chicha es una bebida tradicionalmente casada con la buena comida e Irupana no era la excepción. Sabrosos picantes de gallina y conejo ofrecían las chicherías a la exigente clientela. Cancio Pacheco recuerda que el cliente que gastaba más de 100 pesos "tenía derecho a su galeta o sajra hora y una chica de yapa". La comida y la chicha eran el pan de cada día. "Eran tiempos mejores", justifican los antiguos vecinos de Irupana, al contar que tampoco faltaba la buena música.
Pancho Alcázar y Cancio Pacheco rememoran las concertinas de Pastor Moncada, Alfonso Cárdenas y Ledesma, además de las guitarras del mismo Moncada, Luciano Zeballos y Juanito Olmos, con los charangos de Toribio Franco, Nicolás Quintanilla y Alcázar. Pastor Moncada era uno de los músicos más conocidos y requeridos. "Se hacía el dormido cuando le faltaba chicha" recuerda Cancio Pacheco, con una sonrisa en el rostro.
¡Qué mulas! Para la chicha
Grandes recuas de mulas transportaban el maíz molido o muco que era utilizado en la fabricación de la chicha. Éste era traído de la antiguamente conocida P'allca, hoy llamada Independencia, capital de la provincia Ayopaya, del departamento de Cochabamba.
Según Pancho Alcazar, las recuas estaban formadas por hasta 25 mulas. Sin embargo, Julio Pérez recuerda que existían seis recuas de 150 a 200 cada una. Pérez comenta que los propietarios de las mulas estaban divididos en dos grupos: los cochabambinos y los peruanos. El grupo de cochabambinos estaba formado por el tarateño Julio Tapia, además de Manuel Pérez y Víctor Prado (hijo), mientras que la recua peruana era de propiedad de la familia Polanca.
Salomé Vidal recuerda, como si fuera ayer, los días en los que por el desecho de La Avanzada aparecía el senzeno o esquela -primer caballo de la recua- anunciando con su campana la llegada de los viajeros.
El recorrido de las recuas comenzaba en Independencia, tomaba los caminos de herradura de la provincia Inquisivi para cruzar el Río La Paz y continuar su recorrido por la comunidad de Pahuata hasta llegar a Irupana. Las acémilas retornaban a Cochabamba cargadas de la coca producida en el sector.
Las mulas empedraron las calles
Era muy importante el movimiento económico generado por el transporte del muco de maíz y el comercio de la chicha. Los antiguos vecinos mencionan al "q’ala boleto" que se cobraba a los propietarios de las grandes recuas de mulas.
Al pasar por el Río La Paz, cada mula cargaba de cinco a ocho piedras que eran entregadas en la tranca ubicada en la entrada de Irupana. Estas pequeñas piedras eran vendidas a los vecinos para el empedrado de las calles y construcción de aceras. El q’ala boleto logró empedrar todas las calles de Irupana, además de dejar un gran ingreso en el Tesoro Municipal.
La Junta Municipal de Irupana instauró también el impuesto a la chicha, constituyéndose éste en otra importante fuente de recursos. Era tal la capacidad económica del municipio que mantenía por su propia cuenta lo servicios de educación (profesores) y salud (médico yenfermeras), además del alumbrado público con los mecheros enfarolados.
El movimiento económico producido por la chicha motivó la aparición de las q'acherías. Tanto las recuas de mula como las grandes cantidades de conejo consumían enormes cantidades de q'acho. La hoy llamada calle Pacheco era el centro de la comercialización de este producto. Es por ello que los antiguos vecinos continúan nombrando a esta calle como “la q'achería”.
La cerveza aparece, la chicha desaparece
Antes de 1930, la cerveza en irupana era lo que ahora es el wiskhy, un artículo de lujo. "Orín de burro", le llamaban los campesinos, tal vez como consuelo por no poder comprarlo.
La apertura de la carretera Irupana - La Paz fue definitiva para un mayor ingreso de cerveza y un menor consumo de chicha. Era mucho más fácil traer cerveza de La Paz que muco de maíz desde Cochabamba.
Una gran parte de los "viejos" recuerda que las chicherías existieron hasta que ellos fueron a la Guerra del Chaco y que, a su retorno, no las encontraron más. La desaparición del comercio de la chicha rompió el cordón umbilical que tenía una gran parte de los irupaneños con su madre: Cochabamba. La chicha era la sangre quechua que todavía corre por las venas.

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