martes, 25 de enero de 2011

Una mujer de armas llevar


Ocupó el tercer lugar en un campeonato de tiro al blanco. Por si fuera poco, tocaba la mandolina en las estudiantinas carnavaleras y hasta faenaba ganado en pie, en la finca de su padre.

Arminda Arce Pabón se dio el gusto de competir, de igual a igual, en tareas tradicionalmente masculinas. Y no en los liberales años '90, sino en los conservadores '40.

Doña Arminda, una irupaneña que reside en Chulumani, tuvo que asumir eso roles obligada por las circunstancias. Sus hermanos no siempre podían cumplir con las obligaciones de la finca La Concepción, de propiedad de su familia, y no le quedaba alternativa.

La bala donde el ojo

Doña Arminda luce orgullosa, en una de las paredes de su domicilio, el diploma y la medalla por haber obtenido el tercer lugar en un certamen de tiro al blanco, en el que compitió con 83 varones.

Cada año, el Club Mindefensa, integrado por efectivos del Ejercito Nacional, visitaba Irupana para disputar partidos de fútbol y otras competencias deportivas, entre ellas las de tiro al blanco.

Sabedores de su excelente puntería, su padre y hermanos la animaron a participar de la competencia. "Me voy a abochornar", fue lo primero que respondió la joven, entonces con apenas 20 años.

Participó ante la insistencia de sus familiares, provocando la admiración y risas de los pobladores, que seguían con atención la competencia. Ella recuerda que, al final del certamen, muchos de los varones no sabían donde esconder la cara, pues la mayoría de ellos había impactado a varios metros del blanco.

Los únicos que lograron superarla fueron un señor de apellido Seleme y Pedro Paniagua, conocidos en el pueblo por su extraordinaria puntería. Pero si fue grande la sorpresa por el resultado, lo fue más cuando se negó a recibir el primer premio que pretendían entregarle los organizadores por el hecho de ser mujer."Denme lo que me corresponde, yo no quiero que me den otra cosa", exigió con firmeza.

Otra cosa era con mandolina

Cuando uno habla de las estudiantinas con los viejos y viejas de Irupana, inmediatamente salta el nombre de Arminda Arce Pabón. Fue la única mujer que, mandolina en mano, participó de estas orquestas carnavaleras.

Ella recuerda que aprendió a tocar instrumentos musicales gracias a sus hermanos mayores, quienes tenían habilidad para la interpretación musical. Comenzó con la guitarra, siguió con la mandolina y hasta sopló la zampoña.

"En un carnaval me dijeron: ¿usted no podría estar con nosotros (en la estudiantina)?, les dije, ¿por qué no?", recuerda con una sonrisa.

Participó de la estudiantina de "los arribeños" durante dos años consecutivos, los que fueron suficientes para que nadie olvide que doña Arminda fue la única mujer que compartió con los varones la orquesta carnavalera de Irupana.

A los toros, por las astas

Las habilidades "masculinas" de Arminda Arce no terminaron ahí. En la finca de su familia faenaba ganado en pie, tanto vacuno como ovino, con igual capacidad que los varones. Nadie la superaba en carnear chivos y corderos, tarea que era de su exclusiva responsabilidad.

También jugó fútbol en la pampa de Churiaca, aunque esta actividad fue realizada a nivel familiar.

¡Esas cuatro paredes!

Pero Cupido también tiene buena puntería. Se casó a sus 28 años con un vecino de Chulumani. Las habilidades de doña Arminda fueron archivadas para siempre en las cuatro paredes de la cocina.

Si la sociedad aceptó que la joven desempeñara tareas tradicionales de los varones era imposible que se lo permitiera a una mujer casada. "Además, vivía en Chulumani, en pueblo ajeno ya no se puede", ensaya un argumento para tratar de explicar las razones por las que tuvo que resignar las cosas que más le gustaban.

La medalla y el diploma que obtuvo en el campeonato de tiro al blanco parecen reclamarle por aquellos días en los que doña Arminda era una mujer de armas llevar.

Irupana, agosto de 1997

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