jueves, 4 de noviembre de 2010

Memoria cruceña con pincel irupaneño


Santa Cruz tiene recuerdos a colores gracias al pincel del irupaneño Armando Jordán Alcázar. Las calles, el carnaval, el surazo, Cotoca, el palo ensebao, la pascana, lugares y acontecimientos que han quedado grabados en los oleos de este pintor, fundamental para la memoria histórica de los cruceños.

El cartógrafo cruceño Froilan Jordán llegó a Irupana en la última década del siglo XIX, sin imaginar que aquí le pondría color al mapa de su propia vida. Como buen camba, se propuso conquistar el corazón de la irupaneña Cleofé Alcázar, pero el conquistado terminó siendo él. De ese amor multicultural nació Armando, el 15 de junio de 1893.

El pequeño correteó por las calles de la población de Irupana hasta sus 10 años. La familia cruceño-irupaneña decidió entonces instalarse en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, lugar donde se desarrolló la aptitud artística del hijo de los Jordán Alcázar.

Sus primeras obras datan de 1920 y 1930. Durante gran parte de su vida, el pintor fue ignorado y su obra considerada “provinciana”, de escaso valor. Una exposición de su trabajo, realizada en 1983, en el Museo Nacional de Arte, de la ciudad de La Paz, ayudó a mostrar el verdadero aporte de su pintura.

"Armando Jordán es el más auténtico representante de los ingenuistas, naífs o primitivos modernos; es decir, esos pintores que se caracterizan por no tener ninguna formación académica y ser autodidactas, y que tratan de expresar de manera espontánea y sencilla lo que llevan dentro", afirma el historiador cruceño Alcides Pareja Moreno.

Teresa Gisbert de Mesa considera que “lo que caracteriza la obra de Jordán es la crónica constante y sincera de Santa Cruz (…) sin duda estos lienzos tienen una intención social y moralizante; pero llegan a nosotros como una crónica que permite la recuperación del tiempo ido”.

Armando Jordán Alcázar falleció el 28 de febrero de 1982 en Santa Cruz de la Sierra. La Universidad Gabriel René Moreno es depositaria de gran parte de su obra, la cual es considerada la memoria gráfica cruceña. Sí, con algo de sangre irupaneña…

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