Irupana le madrugó a la historia. Eligió a su primer alcalde
indígena a comienzos de los años 80, cuando esta autoridad era designada por
memorándum firmado por el Ministro del Interior y cuando, hasta entonces, la
alcaldía era un espacio exclusivo de los vecinos del centro poblado.
Petersen Masmith Limachi es su nombre: “Con ese nombre mi
papá me ha criado y eso es todo”, comentó cuando le preguntamos sobre el origen
de su particular identificación. Él nació en Caquiaviri, en la provincia
Pacajes, pero llegó muy joven a Irupana, como profesor rural de la escuela de
Yuni Grande.
En busca de mejores perspectivas económicas, incursionó en
la agricultura argentina. Ahí vio que era posible cultivar otros alimentos y
que se lo podía hacer de forma más intensiva, para mejorar los siempre magros
ingresos de los pequeños agricultores.
Es así que, con algo de plata ahorrada, retornó a Irupana.
Se asentó en La Plazuela y luego en Tablería Alta, donde comenzó a producir
tomates. Sin proponérselo, apareció de dirigente de su sindicato, luego de su
subcentral, su central… No paró hasta llegar al Comité Ejecutivo de la entonces
Federación Especial Única de Campesinos de Irupana.
El año 1982, el país había vuelto a la senda democrática.
Las dictaduras militares eran ya sólo un mal recuerdo y los campesinos de
Irupana estaban dispuestos a ocupar todos los espacios que les ofrecía el nuevo
sistema.
Hasta entonces, era necesario tener buena muñeca en el
partido de turno para lograr el memorándum de designación de alcalde que salía
del Ministerio de Gobierno. El alcalde era designado desde la ciudad de La Paz.
Pero a pesar de la normativa vigente, el Congreso Campesino de 1983 se propuso
elegir un nuevo alcalde. Así lo hizo. Designó por amplia mayoría a Petersen
Masmith, quien había ocupado la Secretaría de Actas de la organización.
Durante cuatro meses tuvo que peregrinar por las oficinas
del Ministerio para conseguir el memorándum correspondiente. Pese a su discurso
popular y de izquierda, los burócratas de la Unidad Democrática y Popular se
negaban a reconocer el nombramiento que había realizado la organización
campesina.
La gestión no fue nada sencilla, pues, entonces, no existía
la Ley de Participación Popular y las alcaldías vivían de sus escasos recursos
propios, además de lo que podían conseguir en La Paz gracias a la muñeca
partidaria.
Sin embargo, en su paso por la administración local,
Petersen Masmith Limachi se distinguió por la transparencia con la que manejó
los escasos recursos que la Alcaldía tenía y lo poco que pudo conseguir de las
gestiones realizadas en La Paz.
Quedó tan marcada su honestidad y capacidad administrativa,
que cuando se creó la Corporación Agropecuaria Campesina Regional Irupana
(CORACA-RI) fue designado Gerente Financiero. No tardó mucho en ser designado
Gerente General de la organización económica campesina, pues, estaba clara su
capacidad para manejar una entidad de este tipo.
Esa pequeña organización que había nacido sin un centavo fue
creciendo de a poco, gracias a la entrega de dirigentes que, de forma
desinteresada, se dedicaron a tiempo completo a fortalecer la línea de
comercialización de café en los mercados europeos.
“Cuando salí en 2000 ya era otra organización, teníamos dos
camiones, una planta instalada con oficinas, galpón, pre-beneficiadoras, fondo
y proyectos aprobados como Gasolcamp, tenía capital, líneas de exportación para
cinco a siete lotes, teníamos un buen mercado en Europa”, resalta.
Petersen Masmith es de formación religiosa adventista del
séptimo día. A diferencia de muchos de sus hermanos que prefieren no
involucrarse en cuestiones políticas, él lo hizo con decisión y está seguro que
ese es el camino: “Una persona no está para alejarse de su vida natural, debe
participar, debe ser útil para el país, útil también en la eternidad, así nos
forman, útiles en el mundo y también para la eternidad”.
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