jueves, 9 de diciembre de 2010

Cuando Laza era una de las principales capitales yungueñas



La población de Laza no es hoy ni la sombra de lo que fue hace más de tres siglos. Entonces, tenía alrededor de 10 mil habitantes, era sede de un obispado y escenario de un movimiento comercial extraordinario.
El director de la revista “Acción y Progreso”, el irupaneño Leonardo Guzmán, publicó en 1943 dos testimonios que pueden bien ayudar a comprender la importancia de esta población en el contexto yungueño.
El primero es el recogido del obispo de La Paz, Fray Nicolás Armentia, quien en 1903 realizó una visita pastoral y de inspección al Archivo Parroquial de Irupana. El religioso –de acuerdo a Guzmán- era un especialista en el campo de la Geografía y la Historia.
De acuerdo a las averiguaciones de Armentia, Laza fue la segunda población fundada en la región yungueña. “Según las investigaciones que he hecho, ella ha sido eregida a mediados del siglo XVII, o sea el año 1646, un 29 de junio, llevando por ello el agregado previo de San Pedro. Su fundación ha obedecido al descubrimiento de ricos yacimientos de oro en ‘El Encanto’”.
El religioso afirma que Laza tenía, además, una gran producción agrícola, gracias a que los primeros peninsulares –españoles- que llegaron al lugar incursionaron en grandes cultivos, para los que trajeron mano negra esclava negra del África. “Aún quedan dispersos en pequeños núcleos en todo Yungas, ostentando apellidos de los que fueron sus amos o patrones, como Deheza, Iriondo, Pinto, Medina, Jáuregui”, abunda.
Fray Pablo Fernández, de la orden de los Recoletos, da también su testimonio sobre la grandeza pasada de Laza: “Sus relaciones de comercio con poblados existentes hicieron que entre sus actividades urbanísticas ensancharan el trazado de sus calles por toda la planicie que es extensa, edificando el primer templo de Laza con su respectiva casa-convento, al que iban generalmente ancianos recoletos de Cochabamba y de La Paz”.
El templo y la casa-convento perecieron ante las llamas de un incendio, que dejó en pie únicamente las paredes. El templo actual fue construido luego, pero ya no responde a la época en que Laza era uno de los centros comerciales más importantes de la zona.
Leonardo Guzmán asegura que la prosperidad de Laza terminó alrededor de 1868, “comenzando su desintegración de valores morales y entrando de lleno a su decadencia”. Sin embargo, esta población del municipio de Irupana aún guarda rasgos de ese pasado altivo, esa época en la que era uno de los principales referentes de la región yungueña.

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