Ramón Rocha Monroy
(El Ojo de Vidrio)
Escritor
Ideas - Página Siete
Anibal Aguilar me
dio temprana noticia de su muerte; y, en el despiste en que vivimos lejos de La
Paz, al principio no supe entender que había muerto nada menos que Javier
Hurtado, uno de los intérpretes más reconocidos del katarismo, desde su
encuentro histórico con Genaro Flores, que marcó para siempre su vida política
y lo inclinó por el sindicalismo campesino e indígena independiente.
Sobre el tema, hay
muchos exégetas que recuerdan con aprecio a quien fue un tiempo ministro de
Producción y Microcrédito, sociólogo graduado en la UMSA, chofer de Genaro
Flores, trotskista y luego katarista.
Pero yo quisiera
comentar mi visita al blog Elmancebao (elmancebao.blogspot.com), trasunto del
periódico irupaneño del mismo nombre, en el que hallé a magníficos cronistas de
la histórica ciudad de Irupana, un reducto realista durante la guerra de la
independencia que el caudillo José Miguel Lanza se animó a tomar aunque ello le
costara perder al legendario Eusebio Lira, quien prefirió seguir solo su camino
indignado porque Lanza no le permitió saquear los hogares irupaneños, como le
había prometido.
El blog me sirvió
para aclarar muchas cosas: por ejemplo, que los Lanza eran oriundos de Coroico;
que Irupana fue escogida como cuartel general del rey acaso porque tiene una
extensa planicie en Churiaca; que este rincón histórico dio grandes hombres
como Rafael Pabón, el futbolista Andaveris y personajes populares como
Salamanca Rocabado o el Loro Pabón.
Pero sobre todo un
empresario ecologista, como Javier Hurtado, cuyos productos consumí siempre sin
saber que los fabricaba él: el café Irupana, la cañahua, el willkaparu, la
cebada, la quinua, el amaranto y la miel y otros productos de Alimentos
Naturales Irupana que nutren con harinas andinas el desayuno escolar paceño.
Se trata de una
empresa que comenzó con 5.000 dólares y terminó con un patrimonio de dos
millones de dólares y un comercio internacional de quinua de 7,5 millones. Como
bien dice Guimer Zambrana, mantenedor del blog, Javier “siempre estuvo cerca de
El capital, pero no del financiero, sino del libro escrito por Carlos Marx, al
que había adoptado como su texto de cabecera”.
Uno de los últimos
posts del blog mencionado habla de las posibilidades turísticas de Irupana como
capital del parapente. Pero el sitio, sobre todo, es un repositorio de la
memoria irupaneña.
Recuerda el éxodo de
5.000 almas a Cochabamba, que provocó el sitio de Túpac Katari en 1781 y la
ocupación de las haciendas de coca de Nor y Sur Yungas que financiaron a las
tropas indígenas, un episodio que comenta el Tambor Vargas en su célebre
diario.
Recuerda la vieja
adoración al Niño en la Navidad con chullu-chullus (sonajeras hechas con
tapacoronas aplastadas) y las coplas que me enseñó mi padre: “niño Manuelito /
caga buñuelito / limpia tu culito / con mi pañuelito”.
Recuerda ese
semillero de futbolistas que fueron las canchas de Churiaca, como René Reguerín
y sus hermanos, o la contribución al fútbol nacional de los hermanos Flores, o
la historia de Los Chivisivis, valerosos players que tomaron el nombre de la
etiqueta de un aguardiente de uva producido en la hacienda Chivisivi.
O la historia de
Jorge Yoyi Pabón, futbolista y luego árbitro. Recuerda a Papío Suárez, repujador
de monturas de caballo; a Jorge Soria, el compositor de la cueca Irupana, que
grabó el dúo Larrea-Villavicencio.
Reproduce los
dibujos agudos del Loco Suárez, Abraham Suárez Mercado, médico de profesión,
que mantiene una página deliciosa en Facebook y es celoso defensor de El
Mancebao, periódico irupaneño.
Cuenta la historia
de Yeno Soukup, cabeza de unos inmigrantes checoslovacos que ahora son ilustres
irupaneños; los dichos y hechos de Lucho Salas y los célebres carniceros de la
villa; de Ángel, el Pato Pardo, y Jaime Cuevas, voladores de parapente; o la
importación de avispas de Ecuador y Colombia, que controló la epidemia de la
broca que diezmaba las plantaciones de café.
Se hace eco del
lamento justificado de los tundiquis y creadores de la saya, que les ha sido
usurpada por los caporales, sin tener su riqueza de ritmos, su combinación
única de kullawada y ritmo afro, que ha sido sustituida por una entonación
monótona y triunfalista nacida durante la dictadura de Banzer.
Revive la nostalgia
de la chicha hecha con muku llegado de Cochabamba y los célebres picantes que
quedaron en el olvido, sepultados por la cerveza y los pollos a la broaster.
El Mancebao es un
periódico y un blog escritos de buen humor y en mangas de camisa por cronistas
como Javier Hurtado y Guimer Zambrana, que remueven el pasado para recordar la
cantidad de personalidades que quizá fueron engendradas en la alfombra verde de
Churiaca, después de pasear por la avenida de cuñuris (ceibos o chillijchis)
tan característica del lugar cuando la vida en Irupana todavía se hacía a pie.
Uno va de sorpresa
en sorpresa, porque en Irupana nacieron Armando Jordán Alcázar, el artista de
los célebres grabados del siglo XIX sobre Santa Cruz; Elías Belmonte Pol,
calumniado como cabeza del famoso “putsch nazi”, que sembró dudas sobre los
vínculos de Gualberto Villarroel con Hitler.
Mario Monje Molina,
primer secretario del Partido Comunista, que se entrevistó con el Che en
Ñancahuazú; Vico Patana, muralista nacional; Antonio Uzquiano, compositor de El
Ferroviario, que grabó el grupo Llajtaymanta: “Ya va a partir el tren,
caballero, ya va a partir el tren'”.
Pero me quedo con
don Agustín Aspiazu, cuya vera efigie ha sido reproducida en El Mancebao;
científico y genio de la época (como todo genio, tildado de loco), bisabuelo de
mi gran amigo René Bascopé Aspiazu.
Agustín Aspiazu
predijo en 1880 el paso del cometa Halley en 1917 y en 1986, y un eclipse de
sol en noviembre de 1994. Cuando estaba a punto de morir el 18 de marzo de
1897, vio entrar al padre Barreto, que se aprestaba a darle la extremaunción, y
tuvo fuerzas para levantarse de su lecho para decirle: “¡Sale usted o salgo
yo!”. “Ésa fue la última locura de su bella y alocada vida”, comenta Guimer
Zambrana.
Ha muerto Javier
Hurtado el domingo 26 de agosto, y nos dejó un legado asombroso, del cual
quisiera destacar su artículo Los Yungas: Una economía de suicidio colectivo,
que denuncia los errores de la política de coca cero.
Según señala, esta
imposición en el Chapare provocó la invasión de Yungas por esos “soldados
ingenuos del narcotráfico”, esa “generación de jairas” que está sepultando la
rotación de cultivos de los viejos agricultores de las terrazas agrícolas (...)
que mezclaban la coca con los cítricos, la hualusa, el maní, los ajíes y la
apicultura; esos responsables de la ampliación de los cultivos de coca a las
tierras vírgenes de La Asunta, Caranavi y el norte de La Paz, destructores de
la riqueza forestal, la diversidad biológica, las huertas tradicionales y hasta
la gastronomía regional, porque el delicioso locro yungueño, el picante de cuy
o la sajta de gallina criolla han sido sustituidos por el arroz, el fideo y el
pollo al spiedo.
Revivir nuestra historia de Irupana es recordar nuestra infancia y juventud en este paraiso terrenal.
ResponderEliminarSigue adelante Guimer Zambrana un irupaneño periodista e investigador. abrazos de Pablo Condori.