viernes, 20 de enero de 2012

El "Padre Negro"


Más tardó en llegar que en salir de la comunidad a la que lo mandaron para celebrar la misa de fiesta. El padre Juan José –el párroco holandés de Irupana, en los Yungas de La Paz- había decidido mandar a Carlos Guadama, el “Padre Negro”, para la celebración. ¿Quién mejor que un afro para conmemorar la fiesta patronal de una comunidad negra? No lo entendieron así los lugareños, quienes se negaron a asistir a la eucaristía, la cual tuvo que ser suspendida por falta de quórum.
Ellos querían que sea un cura rubio quien celebre la misa grande de la festividad religiosa de su comunidad y no aquel que –siendo tan sacerdote como los holandeses- tenía su mismo color de piel. “Herencia del colonialismo”, dirán algunos; “histórica baja autoestima”, calificarán otros. Lo cierto es que los sacerdotes agustinos holandeses no cejaron en su intento de que los yungueños crean en sí mismos, se den cuenta de que sólo ellos pueden construir su futuro.
Y es que la interculturalidad no era un discurso para los agustinos holandeses, era parte de su vida diaria. Los primeros misioneros holandeses llegaron a los Yungas a principios del siglo pasado. Era la época en que a la región yungueña sólo era posible llegar a pie o a lomo de mula. Sin dejar de lado su holandés materno, aprendieron a hablar el castellano y -vaya atrevimiento- hasta el aimara, para comunicarse mejor con los pobladores de la zona.
Fueron pioneros en la formación de los catequistas aimaras de los Yungas, en un intento por aterrizar el evangelio en la realidad de la zona; crearon un Centro de Capacitación en Lavi Grande, para formar en nuevos oficios a los hijos de los campesinos; instalaron Radio Yungas, como un verdadero espacio intercultural; y –entre muchos otros proyectos- hasta impulsaron un proyecto de recuperación de la medicina tradicional, en forma coordinada con los hospitales de la zona. La Pastoral Yungueña a su cargo declaró a la hoja de coca como “símbolo de vida”. No ahora cuando el arbusto es defendido por el propio Presidente de la República, sino en momentos en que el gobierno de Víctor Paz Estensoro aprobaba a capa y espada la cuestionada Ley 1008.
No. No se trataba de “curas tercemundistas” ni de seguidores de la “Teología de la Liberación”. Eran religiosos que decían su palabra, muchas veces contraria a la opinión mayoritaria de los habitantes de la región yungueña, pero profundamente respetuosos de las determinaciones de los lugareños. Construyeron con los yungueños una relación de tú a tú, en la que el color de la piel no era el factor definitivo para categorizar a una persona. Interculturales, pues.
El padre Carlos Guadama, más conocido en los Yungas como el “Padre Negro”, falleció semanas atrás en la ciudad de Cochabamba. Nació en Chicaloma, la más grande localidad afroboliviana del país. Ayudaba en las labores domésticas a los agustinos holandeses hasta que decidió ingresar al sacerdocio, determinación que fue respaldada firmemente por los religiosos neerlandeses. Fue el primer afroboliviano en calzarse una sotana. Era un verdadero lunar en las reuniones de los sacerdotes holandeses, pero eso sólo era cuestión de piel…

La Paz, enero de 2009

No hay comentarios:

Publicar un comentario