El “Tata” Santiago de Irupana está sentado sobre una montura trabajada por las manos de “Papío” Suárez. Aquel año le pidieron que la construya y él agradeció la deferencia. Era un honor repujar el cuero para el caballo del patrono del pueblo.
Es que ningún caballo pasa desapercibido para el artista irupaneño. Desde muy niño era un apasionado por los equinos. A su padre, Víctor Suárez, le encantaba montar a caballo, con sombrero, pañoleta y botas. “Claro, yo nací a caballo”, sonríe.
Y como la montura está destinada a embellecer el porte del animal, él decidió trabajar sus propias cabalgaduras. Esa es la razón por la que se metió en el mundo del repujado del cuero. Fabrica carteras, cinturones, portacelulares… pero de nada habla con más pasión que sobre las monturas.
Aprendió el oficio por sí solo. Uno de sus hermanos pasó unos cursos y le dio algunas indicaciones. Fue suficiente. Luego él se encargo de descubrir los secretos de su arte. Todavía trabajaba en la ciudad de La Paz cuando incursionó en este campo. Sábados, domingos y feriados se encerraba con los cueros.
Papío ahora está jubilado y tiene todo el tiempo del mundo para disfrutar de su habilidad. Cuando no está en su taller, se encuentra en Cerropata con sus caballos “Alazán” y “Rosillo”. “Creo que también voy a morir sobre el caballo”, resume.
FOTO: Papío, en su taller, al pie de Limonani...
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