![]() |
Las dos escuelas nacieron del "Instituto Nuestra Señora de la Purificación" |
Estudiantes, docentes, papás y mamás se encontraban preparando los detalles del festejo. La Unidad Educativa “Eduviges Garaizabal viuda de Hertzog” iba a cumplir 87 años de vida. “Es la escuela más antigua de Irupana”, comentaba orgullosa una de sus responsables académicas a través de una de las emisoras de radio de la región… Pero los documentos dicen otra cosa: Este centro escolar y el “Agustín Aspiazu” tienen una sola historia, ninguno es más antiguo que el otro.
El camino
de ambos comienza aquel 17 de diciembre de 1867, cuando un pequeño grupo de
padres de familia del centro poblado decide crear un “instituto de educación
primaria”. Lo bautizan con el nombre “Nuestra Señora de la Purificación” y
fijan el aporte de un boliviano para el pago del profesor. Y el primer director
era el abogado irupaneño Fermín Merizalde, quien poco después fuera diputado
nacional.
Seis años
después de su creación, la novel escuela presentó sus primeros problemas de
sostenibilidad financiera, el aporte de un boliviano era insuficiente para
pagar el sueldo al pequeño plantel docente. Era junio y el Instituto estaba
cerrado, el subprefecto de la provincia, Eustaquio Sainz, reunió a los vecinos para
exhortarles a volver a instalarlo. Es así que se decidió que “se pague así hoy
como en adelante por todo individuo que carneé una res para venderla, a los
agentes municipales en la proporción siguiente: por cada cabeza de ganado
vacuno un peso, y por el lanar un real. Estos fondos se aplican para el pago
del individuo que se haga cargo de la dirección”, dice el acta de la reunión.
El nuevo
centro escolar comenzaba a depender de fondos públicos y a abandonar su
condición de “privado”. En ese mismo camino, el año 1878, el Concejo Municipal
Departamental aprobó una asignación presupuestaria de 360 bolivianos para el
“Instituto de Irupana”.
Tan es así
que en 1915 ya no se habla del “Instituto Nuestra Señora de la Purificación”
sino del “Instituto Municipal” y hasta de “Escuela Fiscal de Irupana”. La
documentación, que celosamente guarda hasta ahora la Unidad Educativa Agustín
Aspiazu, muestra que ese año niños y niñas, divididos en “Clase de Varones” y
“Clase de Señoritas”, asistían al mismo centro educativo, ubicado en el lugar
donde hoy está construido el Mercado Municipal.
Las actas
de los exámenes tomados por tribunales externos formados para el efecto
muestran que es en 1920 que deja de hablarse de “clases” de ambos sexos y se
comienza a hablar de escuelas: los documentos comienzan a mencionar de forma
específica “Escuela Municipal de Varones” e “Instituto de Niñas”. Aunque
seguían compartiendo el mismo libro de actas y la misma infraestructura.
En 1927
parece comenzar a consolidarse la separación de las dos escuelas: una para
niñas y otra para niños. Ambas tenían sus propias preceptoras y un manejo casi
autónomo. Pero en 1932 iba a ocurrir un hecho que modificaría radicalmente la
historia, no sólo de los centros escolares de Irupana sino del país en su
conjunto: la Guerra del Chaco.
En el caso
de la instrucción educativa en Irupana, los exámenes fueron adelantados a
septiembre debido a que el director, Máximo García, fue “llamado bajo banderas,
debe partir a enrolarse en el Ejército”. Y seguramente, como él, muchos de los
educadores. Era el momento de cambiar las tizas por las balas. El acta de
posesión del año escolar de 1934 habla de “Escuela Fiscal Mixta” y sus
responsables son todas mujeres: La directora, señorita Mercedes Criales; la
preceptora, señorita Ninfa Siles; y la auxiliar, señora Mercedes de Santalla.
Si bien el
conflicto con el Paraguay concluyó en junio de 1935, el proceso de retorno se
prolongó por varios meses. El país no tenía los medios necesarios para una
desmovilización inmediata. Muchos de quienes fueron tomados presos llegaron a
sus lugares de origen recién en 1936. ¿La hoy Unidad Educativa Eduviges
Garaizábal viuda de Hertzog habrá sido fundada el mismo año que concluyó la
guerra? El ex director de esa escuela, Lionel Villarrubia, aseguró que el año
1935 es apenas una convención en la historia de la escuela, que no hay
documento alguno que certifique que ese año se haya dado algún hito en
particular.
Lo evidente
es que en el Acta de Exámenes de 1937 aparecen claramente reflejados los dos
centros escolares: La Escuela Fiscal de Niños, dirigida por Eudaldo Santalla; y
la Escuela Fiscal de Niñas, por Esther Pinto. Pasada la guerra, ambas entidades
habían separado sus caminos y no los iban a volver a unir más. En conclusión,
si hay un año fundacional para ambas sería 1937 y no 1935.
La
profesora irupaneña Herminia Molina, quien fue profesora y directora de ese
centro educativo, recordaba que fue en 1938 que la Escuela Fiscal de Niñas fue
trasladada al lugar en el que ahora funciona. Sin embargo, de la
infraestructura que hoy conocemos sólo existía una pequeña parte, la que
albergaba a la imagen de Santa Rita. El 5 de mayo de 1939, la Escuela Fiscal de
Niños pasó a nombrarse “Agustín Aspiazu”. Era el primer homenaje que le hacía
Irupana al más ilustre de sus hijos, quien había fallecido cuatro décadas
antes.
Es de
destacar que ambas escuelas siempre fueron bastante cercanas en sus acciones
pedagógicas, deportivas y artísticas. Es así que, por ejemplo, en mayo de 1944,
sus directores Sara Arce y Rodolfo Monje encargan al albañil José Churata la
construcción de un “teatro portátil de acuerdo al croquis que se le ha
entregado”, con el visto bueno del alcalde Fermín Lara.
1949
encuentra a autoridades y profesores de ambas escuelas en campaña para
recolectar fondos para la construcción de su propia infraestructura.
Aprovechando el Día de la Bandera, docentes de los dos centros salieron a las
calles de la población para hacer una colecta. La de Niñas recibió un
particular impulso: el 16 de mayo había visitado la población el presidente
Enrique Hertzog, quien puso la piedra fundamental para la construcción de su
local, acto con el que la bautizó con el nombre de su señora madre: Eduviges
Garaizabal viuda de Hertzog.