lunes, 17 de marzo de 2014

¡En esta esquina, el irupaneño Rocky Aliaga!

Con el méxicano “Último Chingón” protagonizó un combate memorable.
Rocky Aliaga es un luchador de toda la vida. En el cuadrilátero hace lo que siempre hizo desde su niñez, cuando, apenas con nueve años, perdió a su padre. Desde entonces tuvo que abrirse campo a codazo limpio. Si al final, la historia de la gente no es otra cosa que una sumatoria de ¨rounds¨ que puedes perder o ganar.
Comenzó su historia como Luis Mario Tarqui Aliaga. Su certificado de nacimiento señala también a Irupana como su lugar de nacimiento. A los siete días fue trasladado a la comunidad de Vila Vila, donde sonó la campanilla para comenzar la lucha por vivir. El árbitro pareció hacerle el conteo de tres cuando falleció su padre, en una situación misteriosa. La familia se bajó a La Plazuela y de ahí, a sus 11 años, tomó el camino de las alturas.
Fue en La Paz donde comenzó a amar los deportes de combate. Era el tiempo en el que soñaba con tomarse una foto con sus ídolos, los mexicanos Santo, Huracán Ramírez y Rayo de Jalisco. A sus 13 años, comenzó a practicar kárate. Fue campeón paceño de lucha olímpica y luego subcampeón nacional en su categoría.
Para entonces era un visitante habitual del Olimpic Ring, de San Pedro, donde se presentaban los ídolos de la época: Sombra Vengadora, Kung Fu Boliviano, Mister Atlas, El Conde, Walter ¨Tatake¨ Quisberth y Ali Farah. Sus habilidades para los deportes de combate le facilitaron el camino al cuadrilátero.
Es ahí donde tuvo su segundo bautizo: El Canal televisivo RTP sacó el programa Impacto Extremo y lo invitó a ser parte de su staff de luchadores. Pero “Luis Mario” no decía nada, había que buscar un nombre comercial, que llame la atención del público. La película Rocky marcó época y sonaba bien con su apellido materno. Es así que nace Rocky Aliaga.
De la época en que luchó en Bolivia, Aliaga no puede olvidar la ocasión en que peleó frente al luchador peruano Bad Boy. El Coliseo Cerrado  estaba repleto y una gran cantidad de personas se quedó fuera. Todos querían ver el combate, que había sido anunciado desde semanas antes.
Pero el cuadrilátero boliviano le comenzó a quedar chico. Se dio la posibilidad de ir a España. “España es Europa y aquí llegan luchadores de todo el continente. Como luchador boliviano vine en busca de nuevas oportunidades que me permitan mostrar al mundo que los bolivianos tenemos capacidad y talento en este deporte”.
Por supuesto que no fue fácil levantar las cuerdas de los escenarios españoles. Prácticamente, Bolivia no existe para los grandes torneos de este deporte. Pero Rocky está acostumbrando a pelearla siempre, desde su infancia. El luchador japonés Makoto Morimitsu, “Príncipe de Tokio”, le ayudó a derribar los muros.
Una pelea con el luchador mexicano “Último Chingón” es su combate más memorable en el Viejo Mundo. “Al final de la pelea, me esperaba una multitud de fanáticos europeos que deseaban que les firme autógrafos, sin duda, fue un día grandioso en mi carrera profesional”.
El deportista tiene en su haber varias máscaras y cabelleras por peleas vencidas, además de  medallas y reconocimientos por torneos superados en España. Es del grupo de los técnicos y su desafío permanente es mostrar sobre el ring que la destreza puede más que la torpeza de los rudos.
En la actualidad, Rocky reside en la ciudad de Barcelona. Gran parte de su vida se la pasa en el gimnasio. Tiene un régimen de vida bastante disciplinado, con el objetivo de conservar el buen estado físico. Además de la lucha libre, ha incursionado en otros deportes de combate como el vale todo.
El nuevo desafío que se ha impuesto es el de combatir en los dos países más competitivos de la lucha libre: México y Estados Unidos. Él quiere demostrar que los luchadores bolivianos también cuentan para este deporte. Una vez logrados esos objetivos, sueña con retornar a Bolivia, y en particular a Irupana, para justificar frente a su gente los méritos alcanzados.
Sin embargo, ahora la vida lo ha vuelto a poner contra las cuerdas. Sufre una lesión en una de sus extremidades inferiores. Pero Rocky Aliaga está acostumbrado a luchar contra todo lo que se le ponga en frente y está seguro de superarla. ¡Que pase el próximo rival!
Irupana, agosto de 2011